Una de las tradiciones gastronómicas más universal que existe es la charcutería. Prácticamente en cualquier rincón de planeta, hay embutidos, que no son otra cosa que productos elaborados a partir de carnes y otros elementos cárnicos, mezclados con especias o condimentos que potencian su sabor y contribuyen a su conservación.
La palabra «charcutir», un término de origen francés (charcutier), se refiere a una de las distintas técnicas utilizadas por el ser humano para prolongar la vida de los alimentos, cuando no había posibilidades tecnológicas de conservación.
El contrapunto a esta universalidad está en que, curiosamente, la historia de la charcutería es el reflejo de las particularidades no ya de un país, sino de sus pequeñas localidades, porque cada diminuto pueblo o alejada región presume de tener sus propios y originales embutidos. Por último, hay que recordar que el término «charcutería» se usa tanto para denominar a los embutidos como al establecimiento en el que se venden.