Uno de los ejes de la dieta de la gran mayoría de las personas es el pollo. Una carne práctica, versátil, saludable… Es difícil ponerle un pero. Aunque, a fuerza de tanto utilizarla, podrías dejar de apreciar su valor. Por eso, te recordamos uno a uno los componentes del despiece del pollo, para que puedas aprovecharla en sus óptimas condiciones.
Básicamente, el pollo se despieza dividiéndolo en dos cuartos superiores (pechuga de pollo y alitas de pollo) y dos cuartos inferiores (muslo de pollo y contramuslo de pollo). A su vez, en cada cuarto pueden distinguirse:
-
- Pechuga de pollo: El corte menos graso y, por ende, el más insípido. Es frecuente cocinarla en filetes a la plancha, pero se corre el riesgo de que quede seca. Por eso, la opción del escalope de pollo, empanado o rebozado, es mucho más apetecible. Más aún bañada con alguna salsa. Si se deja la carcasa del hueso unida a la pechuga de pollo es para preparaciones de caldos o para asarla al horno.
- Alitas de pollo: Asociadas a una cena divertida en casa, por lo general en frente de la televisión, las alitas de pollo son una de las piezas más grasas, contienen hasta un 16 %. Perfectas para freír o asar añadiendo algún tipo de adobo o salsa.
- Muslo de pollo: La pieza con mayor contenido en grasa y, ¡cómo no!, la más sabrosa. Es la parte inferior de la pata. Cuando van por separado, también se denominan jamoncitos.
- Contramuslos de pollo: Parte superior de los cuartos traseros. Es el corte más carnoso.